Ingredientes:
- 100 gramos de queso Grüyere rallado
- 100 gramos de mantequilla
- 100 ml de cerveza
- 5 huevos
- Una cucharada de harina
- Sal y pimienta
A primera vista, puede parecer complicado cocinar un suflé, pero no lo es. En un cazo, derretís la mantequilla y le añadís la cerveza y una pizca de sal. Añadís la cucharada de harina y lo dejáis cocer a fuego bajo unos diez minutos, removiendo de vez en cuando. Pasados los minutos, incorporáis el queso, un poco más de sal y la pimienta, y removéis de nuevo hasta que quede bien mezclado.
Apartáis el cazo del fuego, le agregáis las yemas y las claras batidas a punto de nieve firmes, pero no excesivamente.
Llenáis con esta mezcla un molde de suflé –tienen las paredes altas y así facilitan que suba la masa– o en moldes individuales que previamente habréis untado con mantequilla y lo metéis 10 minutos en el horno precalentado a 200 grados y otros 15 a 180 grados. Es conveniente que le pongáis a la bandeja del horno un poco de agua para que el suflé quede más jugoso.
No lo saquéis enseguida. Apagáis el horno y los dejáis dentro unos cinco minutos para que repose.
Observaciones:
No podéis abrir el horno mientras se cuece el suflé.
Lo tenéis que servir inmediatamente, porque baja en un abrir y cerrar de ojos como le ha pasado al mío mientras he preparado la máquina de fotos.