Ingredientes:
- 2 boniatos de unos 200 gramos cada uno
- 3 huevos
- 200 gramos de azúcar moreno
- Un yogur blanco
- 100 gramos de mantequilla
- 250 gramos de harina
- Un sobre de levadura tipo Royal
- 1/2 cucharadita de canela
- Una pizca de jengibre molido
- Una pizca de cardamomo
- Una cucharada de miel
- Una pizca de sal
Preparación:
Lo primero que tenéis que hacer es asar los boniatos. Podéis asarlos en el horno –media hora a 200 grados más o menos– o en el microondas –los pincháis, los cubrís con papel film y en unos 15 minutos están listos–.
Una vez asados y fríos, les quitáis la piel y los chafáis con un tenedor hasta conseguir un puré.
En un bol grande batís los huevos con el azúcar, y les añadís mezclando continuamente con unas varillas manuales o eléctricas, por este orden: el puré de boniato, el yogur, la mantequilla a temperatura ambiente, la canela, el jengibre, el cardamomo, la miel y, por último, la harina tamizada con la levadura y la sal. Seguís mezclando hasta que todos los ingredientes estén integrados.
Precalentáis el horno a 180 grados, ponéis la masa del bizcocho en el molde que elijáis –de 24 cm cómo mínimo y engrasado con mantequilla o spray antiadherente– y lo cocéis durante 35 minutos. A partir de los 30 minutos, podéis pincharlo con una brocheta. Si sale limpia, es que está listo.
Lo sacáis del horno, lo dejáis 10 minutos más dentro del molde y pasados este tiempo, lo desmoldáis y lo pasáis a una rejilla hasta que se enfríe.
Observaciones:
Lo única pega es que está tan riquísimo que no sé si vais a poder tomaros sólo un trozo. Además de cómo huele, está tan tierno que te dan ganas de comértelo a bocados recién hecho, aunque te quemes. Luego no digáis que no os he avisado.
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